viernes, 27 de noviembre de 2009

Tentaciones en Cancún

Hospedarnos en el Temptation Resort de Cancún, nos había parecido algo medio “light”, pensábamos que encontraríamos un montón de imberbes jugando a ser adultos babeando en la alberca “topless”.
Pero no, resultó que el ambiente era bueno, adultos en su mayoría de más de 35 años, 79% gringos, 19 % canadienses y 2% mexicanos, colombianos, argentinos y unas niñas de Costa Rica más alegres que el resto de los huéspedes juntos.

Las actividades de día fueron bien llevadas por un esforzado grupo de animadores que trataban de mantener a todos riendo, bebiendo y encuerándose.

Las actividades nocturnas prometen sensualidad y erotismo, aunque no lo consiguen cabalmente, hubo un espectáculo de una hora y algo, donde salieron unas niñas moviendo unas falditas tipo tahitiano, pero con rueditas metálicas para sonajear al ritmo, algunas medio strippers tratando de no caerse del tubo y hasta malabaristas… se agradece la intención, pero el resultado fue bastante pobre.

El ambiente realmente se encontraba en el Paty’O Lounge, un bar en uno de los patios centrales del hotel, con barras, mesitas altas y unos sillones redondos muy cachondos, acompañado de botanas calientes y la enorme cantidad de bebida acostumbrada en estos “All Inclusive”.

Fue ahí donde conocimos a un trío muy especial, Matt, acompañado de su esposa Lindsay y su… err…. su amiga Joice.

Cuando llegamos, estaba con ellos un mexicano bigotón que, al viajar sin su esposa, trataba de ligarse lo que fuera, y de paso, practicar su inglés recién aprendido. También estaba con ellos un muchacho de apariencia hindú, que solo se reía con las bromas que hacían a su costa y casi no hablaba, por lo que llegué a pensar que venía directamente de la India, hasta que se despidió con un acento claramente californiano (lo del acento lo deduje cuando al despedirse, le pregunté que de dónde me había dicho que era y contestó “Santa Barbara”).

Matt es un tipo de unos 45 años, delgado, con poco pelo rubio, aparentemente dedicado a distribución de “gadgets” electrónicos en California.

Su esposa Lindsay, de 35 -40 años, es muy delgada, muy blanca, pelo rubio corto y solo vestía un vestido floreado corto, muy pegadito, un par de zapatos altos y un collar de cuero con una argolla en el centro (según supe después, los hacen a la medida). No tenía prácticamente nada de tetas y unas nalguitas chicas, pero paraditas, que se marcaban muy lindo en su vestidito.

Joice es muy llamativa, senos de buen tamaño, nalgas redondas y firmes, suficientemente delgada como para no llamarla llenita, pelo castaño ondulado exuberante, una risa chispeante y contagiosa y una carita de niña buena que funciona muy bien como carnada, porque como descubrimos más adelante, de buena solo tiene la mirada… es mala, mala, mala.

Nosotros solo estábamos cerca del grupo, del otro lado de la barra, pero como a Julio (el mexicano bigotón) no le alcanzaba para tanto su inglés, a cada rato me preguntaba como se decía tal o cual cosa, por lo que Joice amablemente nos invitó a agregarnos al grupo:
- What are you doing at there? – She said.
- Here… trying to guess what kind of stuff you’ve got here… I’m sure you’re having fun.
- You bet you ass! And… won’t you dare to be a part of our … … stuff?
- May be… if you dare to let us get closer.

(Uta, que mamón me vi… ya voy a escribir las conversaciones en Español)

Joice se rió bastante fuerte y se levantó para ir por nosotros, así que ya estábamos a merced de ese trío claramente con onda BDSM (B&D (Bondage & Discipline), D&S (Dominance & Submission) y S&M (Sadism & Masochism) o sea… onda gruesa).

Estuvimos charlando un rato y obviamente surgió el tema del collar, por lo que Matt y Lindsay nos explicaron brevemente en que consiste el BDSM, al tiempo de que le medían el agua a los camotes para ver si éramos candidatos a seguir la pachanga con ellos.

Bueno, el caso es que Julio en una de esas, fue a su habitación y regresó dos botellas de Don Julio Reposado, varias botellitas de mezcal de agave y una botella redonda de mezcal de Oaxaca, con todo y gusano.

Estuvo repartiendo caballitos de ese tequila “de a de veras, no lo que sirven aquí” y agregándole mezcal a las Margaritas que pedía Joice, con la clara intención de bajarle la guardia y poder meterle mano.

Yo traté de explicarle a Joice el efecto peligroso de la mezcla que estaba ingiriendo, “Después del tercer trago, serás completamente incapaz de decir NO a cualquier petición y con cada onza tus rodillas se separarán tres pulgadas”, pero nada más le dio risa y siguió ingiriendo sus Margaritas sobrecargadas.

Y efectivamente, Don Julio (el tequila, no el bigotón) comenzó a causar el efecto esperado, ya Lindsay se repegaba muy cachondamente a Matt, quien ya casi sin disimulo, le frotaba lentamente sus erectos pezoncitos y su conejito a través de la delgada tela de su vestido.
Ante un espectáculo tan sucio, decadente y morboso, pues La Leona y yo tuvimos que seguir el ejemplo y mi manita se aventuraba de tanto en tanto dentro del vestidito de La Leona, quien tampoco llevaba nada debajo (Esto debe ser como una regla no escrita del Paty’O, ya que después de una estudiosa observación, pude constatar que la mayoría de las pantaletitas se quedaron esa noche en su respectiva habitación).

Bueno, en una de esas aventuras de mi manita debajo del vestido de La Leona, Joice me descubrió in fraganti, abrió los ojos con fingida sorpresa y puso su boquita en forma de “O”, me guiñó un ojo y se acercó más a nosotros. A los dos minutos, La Leona me susurró al oído:
- Esta pinche vieja ya me está metiendo la mano, ya vámonos
- Está bien, déjame despedir de ellos, le respondí, algo decepcionado.
- ¡No! ¡Vámonos con ellos a otro lado!

No tuve que sugerirlo, porque Matt se levantó y nos propuso ir a terminar la de Don Julio a su habitación.

Subimos los 6 y casi de inmediato, Matt le quitó el vestidito a Lindsay para presumirnos su tatuajes (uno arribita de las nalgas, otro en el ombligo y uno en el pubis) y su arillo en el clítoris.

De inmediato comenzó el show, le puso una correa en el collar y la obligó a ponerse de rodillas, “Chúpame mi pene” le ordenó, y ella dócilmente comenzó a hacer el trabajo.

Joice jaló a Julio y lo puso atrás de Lindsay, “Pégale en las nalgas” le ordenó, Julio le dio una nalgadita muy suavecita, “Más fuerte” le gritó Joice y él trató de golpear más fuerte, pero sin mucha convicción.

Entonces ella lo hizo a un lado, “Déjame mostrarte como se hace esto” y le dio varias nalgadas muy sonoras, que pusieron las nalguitas de Lindsay muy rojas, pero en lugar de provocarle gritos de dolor, le arrancaban gemidos de placer.

Entonces la niña se puso violenta, sujetó de la camisa a Julio y le gritó “¿Viste como se hace esto?” no esperó respuesta, empujó a Julio hacia la cama y rápidamente cayó sobre él, como un felino sobre su herida presa. Se montó sobre su vientre, le sujetó las manos y le dijo: “Veamos como tratas a una verdadera mujer, ¡quítame los pantalones!”.

Julio tenía una cara de espantado realmente divertida, casi puedo jurar que las manos le temblaban mientras luchaba con el botón y el cierre de los ajustados jeans de Joice, quien estaba hincada frente a la cara de nuestro impávido amigo.

Ella terminó de zafarse los jeans y se hincó nuevamente frente a la cara de Julio, mostrándole su bien arreglada conchita, que solo tenía un ligero mechón vertical.

Le sujetó la cabeza con ambas manos, la atrajo hacia sí y le dijo “Esta es la vagina de una mujer real, ahora ¡Lámela!”, mientras lo atraía fuertemente hacia su conejito, ella movía sus caderas al frente y atrás de modo frenético, mientras le seguía gritando toda clase de cosas a un Julio totalmente esclavizado a los deseos de esa inocente criaturita.

Nosotros estábamos muy cerca y la Leona tenía una cara de sorpresa al ver el trato que le estaba dando a nuestro nuevo amigo, pero Joice lo notó y le guiñó un ojo y le hizo una seña para tranquilizarla.

Después le soltó la cabeza, saltó hacia atrás para quedar sentada en sus piernas, le desabrochó el pantalón rápidamente y se lo bajó hasta los muslos de un solo tirón, “Veamos que tienes aquí”, claro, el pobre amiguito de Julio lucía igual de espantado que él, “¿Qué? ¿No estás listo? Bueno, entonces ¡Date la vuelta!” le dijo, mientras sacaba de su cajón un arnés con un dildo de al menos 8 pulgadas de largo.

Hasta ahí llegó nuestro valiente compañero de aventuras, como pudo se levantó diciendo “no, no, no… me tengo que ir, lo siento, pero me tengo que ir, gusto en conocerlos” y salió de la habitación tratando de abrocharse el pantalón.

Toda la habitación se llenó de carcajadas, nuestro inocente amigo había sido víctima de su propia calentura.

Al medio terminar de reírnos, Joice nos explicó que trató de darle una buen a lección a Julio, quien aprovechando que viajaba de negocios sin su esposa, estaba haciendo y diciendo cualquier cosa por meterse en sus pantaletas.

Una vez terminado el divertido capítulo, ya nos dedicamos a lo nuestro.

Matt y Lindsay estuvieron en su rolllo todo el tiempo, mientras nosotros aprendíamos de Joice los fundamentos del Dominio y Sumisión.

Realmente fue un muy educativo y pervertido encuentro, nos hizo conocer un nuevo aspecto de la sexualidad y sé que tanto La Leona como yo, veremos estas prácticas ya sin escandalizarnos o espantarnos, más bien reconociendo que es una forma diferente pero muy cachonda de disfrutar de la pareja… o de las parejas… o del grupo…

Al día siguiente ya no los vimos por ahí, tampoco a Julio, pero nos llevamos de ellos un grato y cachondo recuerdo… y uno que otro moretón en las nalgas.