lunes, 5 de octubre de 2009

¡Sí se puede en un VW!

Hace algunos años... bueno, ¡está bien!, Hace muchos años, me cambiaron de puesto y como tenía que visitar a los proveedores, me asignaron un flamante VW sedán, color blanco.

Ese día estaba contentísimo, salí de la empresa despasiiiiiito para que todo el mundo viera mi recién asignado auto.
Al llegar a casa, La Leona salió a ver el potente vehículo y salimos a "dar una vuelta".

Estuvimos paseando por aquí y por allá, yo trataba aún de familiarizarme con el coche, por lo que decidí practicar una parte importante en la conducción de automóviles: "cómo agarrarle la pierna a la ocupante del asiento de al lado".

Pues entre práctica y práctica, ella decidió también ponerse a practicar los fundamentos básicos de la mujer cuando va de copiloto, en la parte que corresponde a "cómo estimular debidamente al conductor".

Como ya lo que menos nos interesaba era hacia dónde íbamos, fuimos a parar a las obscuras y arboladas calles de la Guadalupe Tepeyac.

Me detuve en una calle particularmente obscura, aunque no era tan tarde, alrededor de las 19 horas.

La Leona me preguntó si se podia hacer el asiento hacia atrás, lo moví hasta atrás y así ella pudo acceder tranquilamente con su boquita a lo que tanto venía poniendo a punto en el camino.

Mientras ella estaba en eso, yo como podía trataba de disimular ante la mirada de alguno que otro transeúnte, aunque creo que resultaba bastante difícil.
Por fin se separó, se bajó el pantalón y el calzoncito a las rodillas y se sentó sobre mí y con las manos en el volante me dijo: "Ahora sí, enséñame a manejar, así sí aprendo".

Así estuvo moviéndose de adelante hacia atrás, primero tímidamente, hasta que comenzó a adquirir un buen ritmo y después empezó a brincar sobre mí.

El pequeño autito se movía mucho y yo estaba seguro de que media colonia nos estaba observando, pero la verdad, ya me valía madres si nos veían o no.

Ella se bajó de repente, "ayúdame a quitarme el pantalón". Lo quitamos y ahora se sentó nuevamente encima de mí, pero ahora de frente a mí y como pudo se acomodó para quedar en una posición adecuada para oder brincar a gusto. En una de esas quitó el freno de mano y la cosa casi termina en tragedia, pero alcancé a frenar y a advertirle que tuviera cuidado con esa palanca.

Ella estaba prendidísima, entre jadeos me murmuraba que todos nos estaban viendo, que había gente en la ventana de una casa que estaban bien atentos y que todos los que pasaban por la esquina volteaban a ver a el alegre vochito saltarín.

Por fin ella se apretó mucho contra mí, se convulsionó un poquito, se quedó algunos segundos quietecita y se bajó rápidamente de mí, se abrochó la blusa y me dijo: "Ya, vámonos rápido que todos nos están viendo.... y guárdate eso..."



Años después lo hicimos en un auto más amplio, más planeado y en un paraje desolado, pero no fue igual, no hay nada mejor para coger que un VW sedán estacionado en una calle medio solitaria... sobre todo cuando ambos pesan menos de 60 kg.

No hay comentarios:

Publicar un comentario